Esta es la historia de un accidente doméstico.
Érase una vez unos rotuladores que se abren dentro de un bolso y colorean y colorean todo su contenido mientras la dueña, ajena a lo que está pasando, se toma tranquilamente un helado con sus amigas.
La sorpresa viene cuando, al llegar a casa, saca la funda nueva de sus gafas nuevas para contemplarla un ratito más antes de irse a dormir y...ohh! que horror!
¡Los rotuladores abiertos han jugado a ser Picasso con su funda nueva y con el resto de las cosas menos nuevas que había en el bolso!
Después de tirarse un rato mirando el desastre mientras pensaba: "en realidad no me gustaba pero...era nueva :(", una palabra empieza a resonar en su cabeza...TUNEAR!
Así que, rotulador en mano, y sin miedo a estropearla más de lo que estaba, coge la funda y...
¡Ahora si que es una FUNDA NUEVA!
FIN
Moraleja: nunca llevéis rotuladores en el bolso.